martes, 1 de diciembre de 2015
Palillo
Era parte de mi resiliencia.
Era una necesidad inconmensurable.
"Mi vida por un escarbadientes", le dije.
A lo que él hizo una mueca con cierta reticencia y se metió para adentro. Cuando volvió, sostenía una vieja cajita en sus manos, que al abrirla encontré tres palillos y un aroma sepia y nostálgico.
El último comentario que recuerdo de él respondía a la situación: en la casa no se usaban escarbadientes y éstos se encontraban en el lugar desde antes de que ellos lo tomaran.
Sin reparar mucho en eso, tomé uno con mucha delicadeza, absorbí su aroma y procedí a retirar el paluego.
Ahora me encuentro en las memorias de algún hombre cuyo gusto por las comidas era tanto como el de usar pantalones Oxford, y camisas de cuello largo, ambos entallados, también usaba un bigote, que cuidaba tanto como sus suecos. En la radio se escuchó "A las elecciones, con muletas", y ahora vienen.
Tengo que irme.
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